Los locos años 20, también locos en la moda

Los locos años 20, también locos en la moda
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'El Gran Gatsby' nos vuelve a traer a nuestros días la estética de los años 20. Una época en el que el mundo avanzaba hacia algo completamente diferente a lo que se había visto hasta ese momento. Acababa de terminar la mayor guerra conocida por la humanidad, en Rusia empezaba a ponerse en marcha algo llamdado "la dictadura del proletariado" y Estados Unidos empezaba a consolidad su posición como nación dominante. Pero también cambió profundamente la forma de entender la moda.

Todo lo que ocurría en esos años influía en la moda. Son los años en los que la cosmética deja de ser algo minoritario para convertirse en una industria. Los medios de comunicación empiezan a convertirse en el poder que hoy son (o deberían ser). Revistas como Vogue o Harper's Baazar logran grandes tiradas, las celebridades son las mismas que entendemos como tales hoy (principalmente estrellas de Hollywood como Clara Bow, Marlene Dietrich o Luise Brooks) y estas publicaciones se nutrían de artículos que te explicaban cómo vestirte y peinarte como ellas. Mujeres como Suzanne Lenglen, vestidas de Jean Patou, son ídolos deportivos y eso puede llegar a una portada.

vogue tenis

La ropa de esos años es tremendamente colorista, algo que por desgracia no tengamos demasiado asimilado por culpa del cine y las fotografías en blanco y negro. Se probaban nuevas combinaciones de colores, estampados y tejidos que celebraban la alegría del final de la guerra. Una guerra que había diezmado a una generación y que trajo una tendencia nunca vista hasta ese momento: todo el mundo quería parecer joven. Aunque no lo fuesen. Las mujeres mayores querían verse como sus hijas y no al revés como había ocurrido hasta ese momento. Fue la primera revolución juvenil de la historia. Revolución cuyos conceptos, en muchos casos, seguimos manteniendo.

La moda vive una evolución nunca vista hasta el momento. No solo en lo que se refiere a la altura de la cintura o el largo de los vestidos, que cambia cada año, sino en el estilo de vida. El de la aristocracia y la alta burguesía languidecen y son los artistas o los músicos de jazz los ejemplos estéticos a imitar. El nuevo dios es la velocidad, ya fuese en forma de coche, carreras o a la hora de beber. Las mujeres ocupan lugares publicos hasta entonces vetados ya que no están dispuestas a ser relegadas tras su labor en la guerra: surgen las flappers, las garçonnes, que rechazan la feminidad y sus símbolos en busca de la androginia. Los bajos de los vestidos despegados del cuerpo que en 1924 todavía tapaban las rodillas en 1925 ya no lo hacen, en los trajes de noche se sugiere desnudez con trasparencias y flecos. Y mientras los vestidos casi desparecen los abrigos se hacían majestuosos. Los zapatos de moda están pensandos en sujetar el pie para bailar. Los nuevos cortes de pelo permitían el uso de sombreros ajustados a la cabeza, que enmarcaban la cara y llevó a la moda de la depilación extrema de las cejas para conseguir una mirada mucho más potente.

Para ver un cambio tan radical en la moda y en la forma de vida de las mujeres habría que esperar cuarente años y pasar por otra Guerra Mundial. Por suerte parece que la humanidad no tendrá que pasar por algo así de nuevo para seguir evolucionando como sociedad y las tendencias estilísticas que la acompañan.

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