Las cinco cosas que indican que vuestra relación ha llegado a su fin

Las cinco cosas que indican que vuestra relación ha llegado a su fin

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Las cinco cosas que indican que vuestra relación ha llegado a su fin

Ayer una conocida mía me preguntó: ¿crees que debería dejar a mi pareja? La pregunta me incomodó: no somos íntimas y, aunque lo fuéramos, ¿quién soy yo para dictar un veredicto como ese?

No quise decirle lo típico: si te estás haciendo esta pregunta, es que algo no va bien. Porque no tenemos tanta confianza, y porque sé que todo es relativo. A veces abandonar una relación es igual de correcto que no hacerlo.

Así que no le respondí nada.

Pero aquí me ves, planteando el tema: ¿cuándo es hora de dejarlo?

Está claro que mi opinión es subjetiva. Más allá de las verdades universales como “si te falta el respeto, no te merece” (y obviando el tema de maltratos, que no sólo deberías dejarlo, sino buscar ayuda), las demás cosas varían en función de los valores de cada uno.

He intentado recopilar las cosas por la que yo, probablemente, dejaría una relación. Y digo eso de “probablemente”, porque yo, que siempre he gritado a cuatro vientos “jamás perdonaría una infidelidad” lo hice en su día (y me equivoqué, todo hay que decirlo).

Aquí va una lista de 5 pistas que indican, según mi experiencia, que la relación ha llegado a su fin:

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1. Te ha sido infiel.

Está bien: entiendo si me dices que eso depende de la persona, que hay gente poliamorosa o “tolerante”. También hay personas que saben separar el amor del sexo (mi enhorabuena para ellos, pero yo creo que una relación es una mezcla de las dos). Para mí- una persona monógama- la infidelidad es una traición. De hecho la palabra “engaño” me gusta más que “infidelidad”: no es sólo que tu pareja se ha acostado con otra, no. Es que, sabiendo que te va a doler y teniendo un acuerdo sobre el tema, te ha fallado igual.

Para las personas monógamas y fieles (y yo me considero ambas cosas), una infidelidad es tan dolorosa, que por mucho que nos autoconvencemos que “no pasa nada”, que somos muy “progres” y que “eso es lo de menos”, nada va a ser igual. Porque el perdón no es la vuelta a la confianza.

2. Te avergüenzas de tu pareja (o ella se avergüenza de ti).

Quizás porque para mí amar y admirar van de la mano. No se puede amar y avergonzarse constantemente de una persona. Y no me refiero a que un día tu pareja tenga un comportamiento inadecuado, según tus criterios. Hablo más bien de no sentirte a gusto en la mayoría de las situaciones. Si alguien te avergüenza, es que vuestros valores no coinciden. Entones dime tú: ¿cómo se puede estar con alguien con el que discrepas sobre lo básico?

3. Pides perdón constantemente o sientes la necesidad de justificarte todo el tiempo.

Vale, puede se trate de tu propia inseguridad. Pero por muy insegura que seas, hay cosas que no puedes pasar por alto. Si una persona no te acepta tal y como eres, si te juzga, si hace que te veas fea, tonta, poco atractiva, inútil, o si provoca con sus palabras y hechos que te sientas constantemente culpable o humillada, es que no te quiere. Una persona que te ama, desea que estés a gusto contigo mismo.

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4. Vuestras discusiones son eternas.

¿Conoces el refrán de “dos no se pelean si uno no quiere”? Eso es. Las discusiones son inevitables, pero cuidado: no siempre son necesarias. En cualquier caso creo que la mayoría de las broncas son evitables. La mayoría de las cosas se pueden hablar tranquilamente. Puede haber un día, en el que alguno de los dos (o ambos) explotan. Un día, vale. Es comprensible. ¿Pero qué relación es esa si aporta más discusiones que alegrías?

5. No esperáis lo mismo de la vida.

Obviamente, son cosas que se hablan desde el principio: él quiere tener hijos, pero tú no; a ti te gusta viajar, pero él está feliz en el comedor de vuestra casa; tu carrera va por delante de todo, pero él no lo entiende…

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Sin embargo nos olvidamos de que las prioridades cambian y las personas también. Y, tras años de la relación, puede que ya no queráis lo mismo. Y ahí ya depende de ti: si vivir con alguien que no comparte tu forma de ver la vida es mejor que estar sola, no tengo nada qué añadir. Cada uno gestiona su vida a su manera.

Al final, cuando hay problemas es como cuando se te rompe la lavadora: hay quién valora y decide que es mejor comprar una nueva que invertir en una reparación; hay quien la repara y hay quien le da patadas hasta que se muera del todo.

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