Es una de las notícias del día. Jean-Paul Guerlain, el último nariz de la histórica firma de perfumería y cosmética fue multado por un tribunal francés por injurias raciales el jueves pasado. Una metedura de pata que le ha costado mucho en prestigio personal.
Durante una entrevista en directo en el canal France 2 el 15 de octubre de 2010 (foto superior), el perfumista hablaba de lo mucho que trabajó en la creación de la fragancia femenina Samsara cuando dijo:
Por una vez, me puse a trabajar como un negro. No sé si los negros han trabajado mucho siempre, pero en fin...
El desastre estaba dicho y hecho. Se ofendieron, y con razón, todas las asociaciones anti-racistas y la opinión popular. ¿Quiso ser racista? Lo dudo mucho. Pero cuando eres una persona conocida y de tal reputación como la suya, hay que medir las palabras. No da lo mismo, tiene sus repercusiones y las ha tenido. Ha pedido disculpas y ha reiterado su arrepentimiento de esta frase hecha que, no nos engañemos, hemos utilizado en algún momento de nuestra vida. ¿Quisimos ser racistas? Estoy segura que la gran mayoría, no. Por cierto, yo tampoco lo soy.
Dije una imbecilidad, quería hacer reír a la periodista y me arrepiento de ello. Yo soy todo menos racista. He sido educado en una familia que no lo era.
Pero de aquí a hinchar titulares como el de ElMundo.es: "Jean-Paul Guerlain, tras los pasos de John Galliano" hay un trecho muy ancho. Comparar una metedura de pata sin intención con una frase hecha al estallido de injurias antisemitas e intento de agresión de un Galliano ebrio me parece digno de una revista del corazón de las más sensacionalistas.
Claro que LVMH, grupo de empresas de lujo al que pertenece Guerlain, tuvo que tomar parte y hacer declaraciones en contra. Es lo que había que hacer. Lo mismo que pedir disculpas por parte de Jean-Paul Guerlain. Pero meterlo en el mismo saco que Galliano, pues yo no. Y nada tiene que ver con que sea muy fan de la firma francesa sino de criterio propio.
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