El año pasado, allá por el mes de diciembre, Hermès la marca de lujo francesa – aunque los responsables de la misma odien que se la clasifique así -, abrió un corner, en Harrods los grandes almacenes londinense, exclusivamente dedicado a los relojes y a las joyas.
Situado en la planta baja de estos famosos almacenes, la nueva boutique acoge las piezas más prestigiosas de la firma. Allí se codean pues los Cape Cod, los Arceau y otras complicaciones.
El departamento La Montre Hermès, establecido en Suiza en 1978, no ha dejado de crecer. En el 2006, la marca no dudó en invertir en uno de los talleres de fabricación de movimientos con más fama, Vaucher Manufacture Fleurier.
Desde el año 2002, Pierre Hardy está a la cabeza de la dirección artística de Hermès Joaillerie.
En el 2010 lanzó su primera colección de haute joaillerie inspirada en el universo ecuestre tan querido por la maison. Catorce excepcionales joyas cuyas piezas principales están formadas por el anillo Centauro realizado en oro rosa, diamantes y jade negro; y el no menos vistoso collar Fouet realizado en platino y diamantes.
El anillo Centauro y el collar Fouet demuestran la calidad y la creatividad del savoir-faire artesanal de Hermès. Los precios varían entre los dieciocho y los seiscientos cincuenta mil euros, aunque estas piezas sólo están disponibles bajo pedido, con un período de espera de más de seis meses.
Para enriquecer esta línea de joyas preciosas, Hardy ha creado unas parures llenas de encanto, a las que ha llamado el Galop de Hermès, forjadas en oro blanco y diamantes, para proporcionar impulso a la materia prima y celebrar el primer aniversario del corner de la marca en Harrods.
Las nuevas piezas, un collar, una pulsera y un anillo, después de haber sido enroscadas por las manos de oro de los maestros artesanos joyeros de Hermès, se retuercen bajo el esplendor de los diamantes, para que nos podamos ajustar al cuello o a la muñeca este icono de la casa que el pasado marzo celebraba el Saut Hermès.
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