¿Creías que el feminismo ya no es necesario? Esta carta te hará cambiar de idea

¿Creías que el feminismo ya no es necesario? Esta carta te hará cambiar de idea

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¿Creías que el feminismo ya no es necesario? Esta carta te hará cambiar de idea

Son muchas las absurdeces que se escuchan a diario, pero si hablamos del feminismo, son casi incontables. «¿Pero de qué lucha me estás hablando? ¡Si ya tenéis la igualdad que tanto deseabais!», «A mí no me van las cosas que acaban en *“ismo”: ni machismo, ni feminismo», «No os hagáis las víctimas, los hombres también sufrimos»…

Lo oigo a diario. No sé qué hacen las demás mujeres feministas, pero yo ya no reacciono ante este tipo de declaraciones: no tengo ganas de discutir con alguien que se ha memorizado cuatro frases de la tele y ha decidido no ejercitar su mente más allá de su trabajo en la oficina. De hecho, nunca he confiado en las personas que se enorgullecen de tener ideas inamovibles. ¿Qué de atractivo puede tener la rigidez? ¿Qué tiene de bueno una falta de evolución?

Intento no desgastar mis fuerzas en discusiones absurdas, pero no puedo evitar que me entristezca esa gente (mucha gente) que cree que en Europa vivimos en la igualdad. Que la mujer no sólo ya puede votar (¡oh, gracias!), o conducir (¡qué arriesgado!), sino que además ocupa algunos de los puestos directivos (qué pasote, ¿eh?). ¿Qué más podemos pedir las mujeres hoy en día? ¿Para qué tanto ajetreo? ¡Si es que nos quejamos por vicio! (Ojo: incluso hay mujeres que piden modificar el diccionario, como si eso tuviese alguna importancia).

No pienso intentar arreglarle la cabeza a nadie. Es más, me sigue pareciendo absurdo tener que convencer a alguien que una mujer tiene los mismos derechos que un hombre y que nadie debería sufrir un acoso sexual. Me parece tan obvio, que no sabría ni por dónde empezar.

Lo que sí me gustaría es que la próxima vez que alguien decida soltar una de aquellas sandeces, se haga una pregunta: ¿Es ese el mundo que yo quiero para mi hija?

Nicole 2

Un mundo en el que tu hija debe fingir que llama por teléfono mientras pasa por un callejón oscuro. (Sí, lo sé, vuestros hijos también corren peligro en la calle, pero una cosa es que lo atraque otro hombre, y otra, es que por ser hombre tema ser violado si se encuentra en una calle llena de mujeres.) Un mundo en el que un escote pronunciado de tu hija es invitación a sexo. (Sí, lo sé, la "educarás" y le dirás que ponerse un escote no ayuda a evitar una violación, pero igual no te das cuenta que con esa "educación" le estás enseñando que un hombre tiene derecho a violarla si está vestida como le da la gana). Un mundo en el que tu hija, víctima de un maltrato machista, siempre tendrá algo de culpa. Un mundo en el que el marido de ella le "ayudará" a lavar la ropa, a preparar la comida y a educar a los hijos (tus nietos) que también son de él. Un mundo en el que por el simple hecho de haber nacido con una vagina le va a condicionar en muchos aspectos.

Un mundo en el que tener una vida sexual a su antojo la tildará de guarra.

Ojo a ese “guarra”, porque ahí es donde me gustaría decirle algo a los que dicen que la modificación del vocabulario machista es algo secundario. A lo que aseguran que hay tantas cosas por hacer que preocuparse por llamarle “médica” a una médico o por decir “tener ovarios” en vez de “tener huevos” es algo innecesario.

Big Little Lies Screenshot 2

Os preocupáis mucho por lo que coméis y por la calidad de alimentos que consumís. Os importa más lo que entra por vuestra boca en vez de lo que sale por ella. Puede que uno es lo que come, pero es todavía más lo que dice. Y es que no podemos despreciar el poder del lenguaje. Como dice Delphine de Vigan: “Es imposible curarse de ciertas palabras, de ciertas miradas. Pese al tiempo pasado, pese a la dulzura de otras palabras y de otras miradas».

¿Por qué escribo un artículo como este? Es fácil: creo en lo que podemos trasmitir a los demás a través de la escritura. Es más, estoy convencida de que decir las cosas de buenas maneras es la única manera de hacerle ver algo a una persona poco receptiva. Y cuesta, sobre todo cuando estás harta de repetir lo mismo una y otra vez.

Sin embargo no es o mismo hacerte oír que ser escuchada. Porque para lo primero solo hace falta gritar mucho. Para lo segundo, hablar en condiciones, sobre todo si tu objetivo es reeducar.

Así que desde aquí y con mucha paciencia te vuelvo a hacer la misma pregunta de antes: ¿Es ese el mundo en el que te gustaría criar a tu hija?

Fotos| Big Little Lies

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