No sé si es debido al maldito cambio climático o a que la moda va cada vez más rápido, pero si antes apurábamos hasta el último minuto para lucir moreno y amortizar las compras de rebajas de verano, ahora, en pleno agosto, en plena época estiva, lo único que nos corre es prisa por estrenar la moda de otoño.
¿Que llueve o refresca un poco? En lugar de tirar de socorrido jersey nos abalanzamos sobre esas prendas escondidas en el armario.
¿Cómo puede ser que a estas alturas de la película estemos ya hartos del calor, el relax, la playa y los bikinis, los pareos, las sandalias, los tirantes y esas cosas que hemos estado esperando todo el año?
Buena parte de culpa la tenemos nosotros, que en lugar de frenar en seco y aminorar el ritmo frenético al que nos empuja la industria, nos apuntamos al carro y metemos en el baúl de los recuerdos las tendencias de verano antes de tiempo. Normal que la gente esté harta de oir hablar de vestidos frescos y looks estivales teniendo en cuenta que llevamos apretando con los calores desde el mes de marzo.
De todos modos y como habréis podido comprobar, la moda ya apenas entiende de estaciones y lo que antes era exclusivo del invierno (como las botas o medias), ahora, es más propio del verano...Y viceversa. Porque si antes nos metíamos con "los guiris" y sus calcetines con sandalias o esa extraña manía de ir semidesnudos en pleno diciembre, ahora somos nosotros los que en pleno ejercicio de extravagancia o lucha contra el aburrimiento, aparcamos la lógica térmica y nos entregamos a lo intemporal en su sentido más literal.
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